UNA
BIOGRAFÍA PORTÁTIL DE MUEVE
A Ismael Noé y Pedro
Téllez
MUEVE
o el Movimiento Universitario Evangélico Venezolano, estuvo integrado por una
llamativa y estupenda generación de universitarios carabobeños entre las
décadas del 60 y el 80 en la ciudad de Valencia, la de Venezuela. Estudiantes y
docentes de la Universidad de Carabobo como el Doctor Víctor Cuadra, el
historiador José Francisco Jiménez, José Sada, Aristóbulo Chirivella, Edmundo
Lasdinz, Rocco Nocella, Pepe Perdomo, Enrique “Quique” García Grooscors, Ismael
Noé y el gordo Martín, hicieron sentir la voz plural, ecuménica y unitaria de
la organización en los tiempos posteriores al Mayo Francés y al Tlatelolco mártir
de 1968.
Oriundo
de otra organización universitaria por desgracia fundamentalista, el grupo Alfa
y Omega del acaramelado capitalista Bill Bright, los conocí en los inicios de
mis estudios en la Facultad de Educación de la UC. Al punto de migrar al MUEVE,
pues me cautivó su inquietud intelectual y fortaleza crítica enclavadas en un
cristianismo verdadero de catacumbas: Esto es una propuesta comunitaria
distante de las Iglesias como aparatos ideológicos del Estado.
No
se trataba de la evangelización compulsiva por vía del ardid publicitario e
ideológico de “Las cuatro leyes espirituales”, ello en procura apresurada de
nuevos clientes religiosos, sino la realización de la comunidad en Cristo en el
teatro de operaciones de un mundo muy complicado. Hablar de Cristo no es una
operación mercantil-confesional, sino diálogo abierto sobre el cristianismo
como modo de vida no desvinculado de la actuación histórica y social. Nuestras
referencias tutelares, en el buen sentido del término, son aún un Cristo vivo
no idealizado ni ideologizado –claro está- , Martin Luther King, Gandhi y el
teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer martirizado por los nazis.
Nos
alimentábamos también de la revista y los libros publicados por la Editorial
argentina Certeza: Especialmente accedimos a Samuel Escobar, René Padilla, C.S.
Lewis y John Stott, autores teológicos que apostaban por una Teología de la
Liberación desde el protestantismo.
Era
una referencia el Mural de MUEVE en el Rectorado de la Universidad de Carabobo.
Ilustraba a la ciudad con figuras y versículos bíblicos extraídos de versiones
populares muy accesibles al pueblo latinoamericano. Evidenciando, eso sí, un
tenor profético de denuncia política, religiosa y social. Precisamente MUEVE
Valencia se escindió en dos bandos debido a una imagen del Mural que hacía
referencia al tricolor de la golpista bandera sediciosa de Venezuela 1992: Los
fundamentalistas evangélicos, liderados por Víctor Cuadra y Edmundo Lasdinz; y
los ecuménicos socialistas entre los que destacaron José Francisco Jiménez,
Quique García Grooscors e Ismael Noé. Por supuesto, dada mi formación
anarco-teísta, apunté por el segundo grupo “rojo”, valga la alusión a la
Segunda República española escarnecida por falangistas y estalinistas.
El
muralismo muevista no sólo se expresó en el Rectorado, sino también en el
centro de Valencia (donde todavía está su mural) y diversos espacios de
Bárbula, al que los poderes fácticos mientan Campus Bárbula en una alienada
nomenclatura de Centro Comercial con Club Dubi-Dubi en el sótano a manera de night club decadente.
Los
volantes de MUEVE, en esténcil o fotocopias, no eran simples slogans pseudo-religiosos
de ocasión, sino documentos de una cuartilla que tocaban temas como el desmadre
y envilecimiento del sector universitario, la represión policial, una lectura
dinámica del ministerio de Cristo más allá de la Semana Zángana, el ecologismo
y la proliferación de sectas extranjerizantes.
Nuestro
ministerio universitario sin cartera enfrentó a los poderes envilecidos dentro
de la UC. Por ejemplo, al Proconsulado político-cultural que pretendía
arrebatarnos el cubículo ubicado al lado de la no muy santa ni pro-estudiantil
Federación de Centros Universitarios. En las primeras de cambio nos impusimos,
sólo que años después, el nefasto gobernador Henrique Salas Röhmer Padre ordenó
un brutal allanamiento de la universidad que confiscó los cubículos a los
grupos políticos, religiosos y culturales alternativos.
La
Historia nos dio la razón, no sólo en lo tocante al daño que el Comisariato ideológico
cultural propinó con saña en Ateneos y espacios culturales de la ciudad y el
resto del estado; sino también en lo concerniente de apiñar en el partido político
ORA de Godofredo Marín una clientela evangélica exclusiva (antecedente del
vasallaje ciego y fundamentalista que votó por el pastor evangélico Javier
Bertucci en Venezuela y por Jair Bolsonaro en Brasil). La lucha por restituir
la justicia y una sociedad mejor, no sólo debe ser ecuménica sino también
plural, universal y progresista.
Pude
participar en dos jornadas de protesta memorables: El desmontaje del hipócrita
festejo relativo al Bicentenario del Natalicio del Libertador Simón Bolívar
(Casa de la Estrella, Centro de Valencia, 1983) y la denuncia de los crímenes
policiales en el caso del estudiante asesinado de la Universidad Central de
Venezuela, Ismael Humberto Bolívar Ríos (1984). Respecto al primer grito
libertario, todavía –que yo sepa- ningún Congreso ni ninguna Asamblea Nacional
ha derogado la infamia de la Casa de la Estrella, 1830, que proscribió y
expulsó a Bolívar del país liquidando a la Gran Colombia. Tan sólo se colocó en
la fachada una placa conmemorativa del hecho reivindicativo que, poco tiempo
después, se extravió. Más atención nos prestaron los dueños portugueses del Bar
La Estrella, pese a que los fastidiábamos con el perifoneo ad infinitum de
nuestro volante y comunicado: El establecimiento todavía existe hoy y en su
interior sigue presidiendo un bonito retrato de Simón Bolívar. El segundo, nos
trajo consigo a José Francisco Jiménez, Edmundo Lasdinz y mi persona un breve
presidio con ruleteo policial añadido del tristemente Cuartel policial de la
Navas Spínola [en este local de hacinamiento penitenciario se suicidó el
boxeador el Inca Valero y se quemaron centenares de presos en incidentes poco
claros] a la DISIP de la Urbanización La Alegría.
¿Cómo
se desarrolló el Día del Juicio Final de MUEVE en Valencia? Lamentablemente, el
vacío generacional y la intolerancia del sector evangélico fundamentalista de
Cuadra y Lasdinz fueron los catalizadores de la descomposición y
desmembramiento de nuestra muy querida y añorada organización de militancia en
Cristo liberador. Sin embargo, en ese grupo aprendí el significado solidario
del término “conciencia de clase”, no sólo a través de esa biblioteca
maravillosa de la Fe y la Esperanza que es La Biblia, los volantes y los
murales del Grupo, sino especialmente en
la acción evangélica vivida a campo traviesa: Cuando me secuestró la DIVINTEL
en El Rectorado, con motivo de la protesta contra los crímenes policiales, el
flaco Ismael se guindó del carro postizo de los polizontes para rescatarme en
una arriesgada y poética maniobra que no prosperó, pero que se estampó en la
memoria rebelde agradecida. Como dicen los jesuitas, para la mayor Gloria de
Dios.
Añadiría un comentario del reverendo presbíteriano Edgar Moros Ruano a propósito del manipulado respaldo del Mueve a las Nuevas Tribus. "El Mueve nunca se pudo deslastrar de su sustrato fundamentalista"
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