domingo, 22 de octubre de 2017

ORÁCULO EXTERIORISTA DEL DECIR. José Carlos De Nóbrega


3.- Oráculo Exteriorista del Decir. José Carlos De Nóbrega. Ernesto Cardenal (1925) forma parte de la gran constelación lírica postmodernista de Nicaragua integrada por voces como Salomón de la Selva, Pablo Antonio Cuadra y José Coronel Urtecho. Entre sus libros de poesía tenemos “Hora 0” (1960), “Epigramas” (1961), “Salmos” y “Oración por Marilyn Monroe y otros poemas” (1965), “Oráculo sobre Managua” (1973) y “Cántico Cósmico” (1989). En 2005, Monte Ávila Editores Latinoamericana publicó una “Antología poética” suya bajo la curaduría de Luis Alberto Angulo. Cardenal visitó Valencia en 1974 [donde leyó en la Universidad de Carabobo, Bárbula, algunos de sus Epigramas, el Salmo 5 y Oráculo sobre Managua] y también a mediados de los ochenta, ello en el impacto inolvidable de visitantes notables como Nelson Mandela y los poetas Lêdo Ivo y José Emilio Pacheco. La escritura exteriorista del poeta y sacerdote nicaragüense, se pasea con brutal impunidad de lo prosaico a lo lírico: El verso libre se aproxima a la prosa inmediata de la crónica periodística y la incendiaria amonestación profética, readaptando estética y políticamente libros bíblicos como los Salmos [“Escucha mi protesta / Porque no eres tú un Dios amigo de los dictadores / ni partidario de su política”], el Cantar de los Cantares [“Y sólo Tú eres el Esposo que se tarda / y sólo yo soy la esposa sola sin esposo”] y el Apocalipsis [“Y HE AQUÍ / que vi un ángel / (todas sus células eran ojos electrónicos) / y oí una voz supersónica / que me dijo: Abre tu máquina de escribir y escribe”]. Observamos también el influjo de la poesía objetivista norteamericana y la lírica latina, por lo que la Poesía del Decir supone un territorio fértil de diversas fuentes y tradiciones que la enriquecen históricamente. “Epigramas” no remite simplemente a una adaptación confortable de Catulo o Propercio a la fecha, sino la realización de un diálogo abierto entre voces poéticas que se celebran no en balde la distancia cronológica, cultural y estética: Se nos aparece Claudia revisitada en el deseo erótico y la militancia del Decir [“Te doy, Claudia, estos versos, porque tú eres su dueña. / Los he escrito sencillos para que tú los entiendas”]; la imitación vinculante y solidaria con Propercio [“Y ella me prefiere, aunque soy pobre, a todos los millones de Somoza”; e incluso las bravatas irónicas del mismo Catulo y Juvenal que despellejan los anti-valores imperiales de Roma y Washington [“Tú has trabajado veinte años / para reunir veinte millones de pesos. / Pero nosotros daríamos veinte millones de pesos / para no trabajar como tú has trabajado”]. El Reino de los Cielos y el Infierno que se viven en la Tierra, están más cerca del lector [sea obrero o catedrático] pues se desenvuelven en la oralidad del habla cotidiana: “Yo quisiera morir como vos, hermano Laureano, / y mandar a decir desde lo que llamamos cielo / ‘Rejodidos hermanos míos de Solentiname, me valió verga la muerte’ ”]. El discurso poético se vale, muy a favor de su índole conversacional e inmediata, de la técnica del collage y el ensamblaje textual, ello para componer una Teología de la Liberación y al punto una Estética mestiza. Bien sea la guerra de guerrillas sandinista en “Hora 0”, que mixtura el reportaje, la crónica y la Historia [“Un ejército alegre, con guitarras y con abrazos”]; el Diario de la Congregación en “Gethsemaní, Ky” que colinda con los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola [“A las 7 pm se acuestan los trapenses. / Todavía hay luz como si fuera mediodía / y una luna llena como si fuera medianoche”]; o la Elegía como elogio biográfico intenso en “Coplas a la muerte de Merton” [“Sólo amamos o somos al morir. / El gran acto final de dar todo el ser. / O.K.”]. No es culto por la forma ni experimentación en el vacío: La Cosa denota y connota una honda preocupación por el Siglo, el destino incierto de la humanidad sufriente, el cambio revolucionario de adentro y afuera, además de la banalización del discurso político como aspectos neurálgicos a tratar en este Decir místico y lírico a ráfagas. Por supuesto, el Amor Erótico, Místico y por el Otro constituye una fuerza multilateral sediciosa e imprescindible. En “El telescopio en la noche oscura” (1993), Ernesto Cardenal exhibe así nomás el río caudaloso de su propia poesía, alimentada por las Jarchas y moaxajas mozárabes, el Cantar de los Cantares de Salomón [traducido y comentado por Fray Luis de León], los arrebatos líricos de San Juan de la Cruz y Santa Teresa, Rubén Darío y Sandino: “El que amó más de todos sus compañeros, / el que amó más en toda su generación, / amando ahora un tal ser trascendente, / como decir un tipo no existente. / En qué has venido a parar, Ernesto”. Valga la duda de este gran poeta en sí mismo, para acceder a las maravillas, idas y vueltas de la Poesía del Decir. Coincidimos con el poeta Angulo en que Cardenal es uno de los poetas místicos más conspicuos de la humanidad. VLC, 6/10/2017.

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